Carlos Coronel

Pintor en territorios compartidos

No puede haberse debido a una mera casualidad sino a una afortunada alineación astral, que el entonces recién nombrado Embajador del Ecuador en Colombia, doctor Gonzalo Ortiz Crespo, haya decidido incluir en el itinerario de su visita a la Semana Santa de Popayán, el paso por Casa Arte para ver la exposición de pinturas de aves de Carlos Coronel Hernández, abogado y hoy maestro pintor, Posible -o muy seguramente- esa decisión fue influenciada por la fascinación que sentía por todo lo relacionado con la Naturaleza y especialmente por las aves, su hermano el ornitólogo Fernando Ortiz, quien sigue vivo en él, y quien -entre otras muchas obras que lo han situado como uno de los grandes científicos ecuatorianos, padre de la ornitología contemporánea en su país- escribió el libro “Los Colibríes – Historia Natural de unas aves casi sobrenaturales”, el cual bien hubiera podido haberse ilustrado con pinturas de Coronel, de haberse conocido antes con él. No fue así, pero hoy ya se conocen a través del Embajador.

Ignoro si fue durante su visita a la exposición en Popayán, que el Embajador se enteró de que Carlos nació en Salinas, pues su padre era oriundo del Ecuador. Después se vinieron con su madre popayaneja, María Teresa Hernández y con sus hermanos y su hermana, a vivir a Popayán. Allí nos conocimos en la adolescencia, como lo relato en el texto que Carlos me invitó a escribir para el plegable de esa exposición.

El hecho es que las sincronicidades “casi sobre naturales”, como diría el hermano del embajador, no terminan ahí, pues el bisabuelo del científico y del diplomático, Fernando Ortiz Arboleda (1824-1900), nació en Popayán.

En el texto que escribí para el ya citado plegable de la exposición que se llevó a cabo en Marzo en Popayán, resalté la existencia de esa esa geo-bio-región continua que conforman el Cauca, Nariño y el Ecuador: territorios de cordilleras volcánicas, de costas, de valles subxerofíticos, de selvas exuberantes y de múltiples expresiones de la biodiversidad, que incluyen la étnica y la cultural. Además de una intensa dinámica sísmica marino-costera, que cada cierto tiempo sacude fuertemente nuestros territorios compartidos. Recuerden que el famoso terremoto de Tumaco de 1906, el de mayor intensidad registrado hasta ese momento, tuvo su epicentro frente a la región costera entre Colombia y Ecuador.

Aunque estaban implícitos en la anterior enumeración que escribí, corrijo aquí el error de no haber resaltado de manera explícita que unos de los seres vivos que en Colombia tenemos en común con Ecuador -y con Venezuela también- son los páramos, ecosistemas que, tal y como los entendemos aquí, hasta donde sabemos no existen en ningún otro lugar de la galaxia. En los páramos colombianos se han registrado 23 especies de colibríes y seguramente en los del Ecuador (donde se encuentran el 40% del total de especies de colibríes del mundo) y en los de la Sierra de Mérida en Venezuela también.

De una u otra manera todo cuanto se investiga, se fotografía y se pinta sobre las aves protagonistas de estas pinturas, revela múltiples pasiones, muchas de ellas historias de amor. Y en ese línea, recordemos que quizás la más famosa historia de amor de esa época de la historia colombiana, fue protagonizada por un Venezolano -Simón Bolívar- y por una ecuatoriana – Manuelita Sáenz. Él y ella vivos todavía cuando llegó al mundo en Popayán el bisabuelo del Embajador.

Y ni qué decir de las pasionarias -las frutas de la pasión- la más importante de las cuales para quienes somos de Popayán, es la pasiflora popenovii o “Granadilla del Quijo”, que forma parte de nuestra identidad patoja, pero que lleva en su apellido el nombre de un cantón y de los Quijos, una cultura indígena del Ecuador.

Todo esto nos permite confirmar lo que a diario nos demuestran los ecosistemas y muchas culturas ancestrales y múltiples comunidades y familias transnacionales: que la fronteras políticas son realmente “cicatrices de la historia”, como alguien (que no sé originalmente quién fue) las definió.

A volar pues -vuelvo y digo- con las alas de estas aves que ha dibujado Carlos Coronel y que pertenecen a una naturaleza que podemos considerar válidamente tanto de allá como de acá.

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Sobre Carlos Coronel

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Carlos A. Coronel H. Abogado ecuatoriano-payanés en ejercicio asesor y docente universitario. Admirador y amante de la naturaleza y la vida. Desde chico protector de la vida animal. En el dibujo y la pintura autodidacta en diversas técnicas y motivos sin temor a experimentar nuevos caminos. Retomo esta actividad en el 2022 luego de más de 30 años de haberla dejado. Este episodio me ha deparado grandes satisfacciones personales, entre otros, por el encuentro de las temáticas de las aves

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